EL MARTILLO SE HA QUEDADO MUDO.
Jaime Márquez
, alcalareño de nacimiento y devoción despierta en interés por saber qué era la
Semana Santa y más aún lo que es mandar o llevar un paso por la calles sobre
1948. Jaime recuerda que siendo muy niño una imagen le quedó grabada en su
cabeza, cuando una tarde de Viernes Santo, haciendo la estación de penitencia
la Hermandad del Santo Entierro, la figura del capataz era su tío Manuel
Olivero Jiménez, más conocido como Manuel Clemente, hermano de su madre Trinidad.
Dicho capataz tenía una personalidad que inspiraba respeto y tenía una voz de mando exquisita y unos
amplios conocimientos de lo que se necesitaba antiguamente para esta
“profesión” de capataz. De aquí parte la afición de ser capataz, pudiéndose decir
que le viene de casta. Una de las primeras lecciones proviene de su tío Manuel,
al que siempre le rendirá una gran admiración.
De la estirpe
de los Oliveros o Clementes salieron también los hijos de su tío, Clemente y
Gonzalo, y de éste último sus hijos Gonzalo e Ismael. De sus primos también
aprende lo suyo, de Clemente sus amplios conocimientos sobre la materia –aunque
se retiró pronto del martillo- y de Gonzalo su forma de mandar. De su tío
Manuel recuerda su voz superdotada, tono, mando y facilidad de palabra que
animaba de manera especial al costalero para que realizase su trabajo lo mejor
posible.
Hermano de la
Hermandad de Jesús desde la infancia, desarrolló su actividad siendo nazareno,
diputado, y después de cumplir el servicio militar, en 1961 la junta de
gobierno lo nombra ayudante del capataz del paso de Jesús, siendo capataz por entonces
Antonio Ruiz Zamora, conocido en el pueblo por “Zamora el popular” debido al
oficio de repartidor de pan de Alcalá.
En 1962, siendo hermano mayor D.
Antonio Bono Calderón, al finalizar el Cabildo, que por entonces se celebraba
en la sacristía de la Parroquial de Santiago, es citado a una reunión en la
misma sacristía en la que comparecen Antonio Bono Calderón, Vicente Romero
Escacena, Antonio Ruiz Calderón, y José Luis Jiménez Cossío. En dicha reunión
se le propone como capataz titular del
paso de Jesús Nazareno para la siguiente estación de penitencia. Sus sueños se
hacen realidad.
A los pocos
años de ser capataz de Jesús, Vicente Romero Muñoz le ofrece ser capataz de la
patrona, la Santísima Virgen del Águila, sustituyendo a Eulogio Álvarez Espinar,
al cual, previamente, había estado ayudando durante siete años.
En ésta época también llegó el
ofrecimiento de la Archicofradía de María Auxiliadora para que fuera capataz de
la Virgen de Don Bosco.
En
su etapa sevillana se incorpora al mundillo del costal a través de un costalero
al que enseña a “trabajar” en el paso de Jesús, el cual le invita al “pescado
frito” de los costaleros de la Hermandad de la Estrella de Triana. Allí conoce
a Manuel Adame Torres, quien le propone echar una mano en el mando de los pasos
el Domingo de Ramos. Una vez pasado el puente de Triana, el segundo capataz de
Adame le entrega el martillo del paso de Cristo. Este será el primer martillo
que tocará en Sevilla. Desde aquí hasta la fecha ha llegado a sacar de capataz
a Las Aguas de San Bartolomé (hoy de Dos de Mayo), San Estéban, Los Panaderos,
La Exaltación, La Mortaja, Santo Entierro, San Gonzalo, El Cautivo del Tiro de
Línea, la Virgen del Amparo de la Magdalena (Virgen de Gloria). A través de su
amistad con Antonio Santiago, firma contrato con la Hermandad del Cristo de
Burgos para sacar a la Virgen Madre de Dios de la Palma y a la Virgen de las
Lágrimas de Santa Catalina donde comienza su andadura con los “hermanos
costaleros”. Hasta la Semana Santa del año 2009 ha tocado el martillo de la
Hermandad de la Carretería, la cual en la Cuaresma de 2010 le ofreció un merecido homenaje
en su retirada. En muchos pueblos de la provincia también han sido solicitados
sus servicios.
Pocos capataces alcalareños han
tenido el empaque y el desarrollo prolífico de trabajo al frente de cuadrillas
de costaleros. Allí por donde pasó ha dejado una huella indeleble, no sólo ante
sus subordinados del costal, sino ante el propio espectador que contempla el
discurrir de la comitiva. Ha sido heredero, creador y transmisor de una escuela
de capataces modernos. Y en 2010 le llega la hora del descanso, de su retirada
merecida, tras cerca de medio siglo a la voz y al martillo.
Jaime, ésta levantá va por ti: ¡Al
Calvario con Él!!!.
José María Márquez Catalán
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